lunes, 4 de junio de 2007

DAME UN BESO Y LUEGO VETE

ó,

Hoy se despertó, pero no se levantó sentia derrumbamientos, se sentia batirse en la nada... y hasta ahora empezaba el día, no tenía ganas de nada y la cabeza se empezó a llenar de cosas pendientes, la almohada absorbía cada deuda, los pies eran como raíces enterradas en un colchón que para su suerte no era como una piedra pero que no lo dejaban desenterrarse... pero igual no se levantaba. Eran como aquellas personas cagadas por el mundo, que sólo abrieron los ojos, nada más y se fueron dando cuenta de un mandato de la naturaleza: el crecer; algo que no le exigía mucho, sólo unas necesidades fisiológicas basicas. Se levantó, no se hallaba, por más que pensaba no le encontraba lógica a nada, fue al baño (a pesar de todo su mente no lograba despertarse), se vió en el espejo, no le gusto lo que vió, orinó, al sentarse vió sus piernas gordas, le desagradó, se le olvidó bañarse la boca.
Fue a la cocina, todo igual, como cada mañana, se dió vuelta y regreso a la cama, sonó el teléfono, no contestó, no quizó, volvió a sonar, contestó, tuvo la misma converación que tiene todos las mañanas, después hizo el mismo desayuno que hacia todos los día, con una diferencia hoy le dolian los pies. Hace más de una semana que le dolían , pero todavía no se acostumbraba, entonces le parecía nuevo, también sintió un dolor en el cóccix, algo nuevo, pensó, pero molesto, quizó prender el televisor, pero sabía lo que iba a ver, prendió la radio le pasó lo mismo, pero se quedó con la última.
Que aburrimiento hasta ahora había transcurrido la mañana, y comía en la silla que más le gustaba, con su gran y fiel confidente: soledad. Tendió la cama y se lavo los dientes . Depronto le dió remordimiento.
LLego la tarde, recibió la misma llamada que recibe todas las tardes, no le gustaba comer en soledad, se entró a bañar, se miró su cuerpo, y pensaba que algún día lo mejorará, pero, por ahora sería "feliz". Pensaba que jamás le pondría un televisor a sus hijos en el cuarto, puesto que en las noches verían cosas que temía explicar por la sencilla razón de que sus padres nunca lo hicieron con ella y todavía no entendía, y provocarían en ellos lo mismo que logró en esa persona: una busquedad afanada, en su ignorancia e inocencia, de placer sexual, pero escondido en una clase de repudio y miedo por sentir algo que desconocía y que pensaba que era malo y que sin embargo en esos momentos, tal vez por la edad, no lo sé, le invadía una gana de saciar. Se sentía debíl, sola. Pensaba en una vida con plata, pensaba en una vida inteligente pero un miedo consumía su grandeza y las ganas de morir estaban cada vez más cerca, los interrogantes atormentaban una y otra vez. Era como el recuerdo del asesino que nunca se entrego y suda su culpa. Tarareo una canción, pensó en su pasado, en sus amistades. Entro a su cuarto , cerro la puerta. Una maldita costumbre que nos frena y nos encierra en nuestro propio cuerpo, como si nuestra intimidad en esos momentos valiera algo. Se aplicó la crema para su infección , se excitó, casi siempre lo hace, y todo por aquella noche...
Tenía ganas de llegar donde tenía que hacerlo, ahí estaba lo que deseaba, no quería algo serío, la verdad sólo era una especie de satisfacción. Todo gracias a una especie de secuestro sexual durante mucho tiempo, y todo por esa noche.
Otro día hablamos...